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Dejar Ser a las Emociones, el Otro Rostro del Cáncer de Mama

Octubre se pinta de rosa, y con él llega una oleada de mensajes sobre prevención, estudios y diagnósticos oportunos. Sin embargo, hay un terreno del que pocas veces se habla con la misma fuerza: el emocional. Ese espacio invisible donde la vida se reacomoda después de escuchar una palabra que sacude: cáncer.

En el podcast Conversando desde la Bene, la psicóloga y tanatóloga Roselly Ayala Ochoa lo explica con claridad: el primer impacto no es físico, es emocional. El miedo, el enojo, la negación y la tristeza se vuelven protagonistas, y lo peor que podemos hacer es reprimirlos. “Hay que dejar a las emociones ser”, dice. No son malas, aunque duelan; son parte de la naturaleza humana que nos permite movernos, procesar y, finalmente, sanar.

Aceptar un diagnóstico no significa rendirse, sino mirar de frente una realidad que transforma. La pérdida no siempre es la vida: a veces es el cabello, la imagen frente al espejo, la rutina que se desmorona. Son pérdidas simbólicas que también duelen, porque cada una implica soltar una versión de nosotras mismas.

Pero, como subraya la psicóloga Roselly, lo esencial es no caer en los extremos. Ni el optimismo forzado que invalida el dolor, ni el dramatismo que lo perpetúa. Se trata de reconocer el sentimiento, darle un lugar y avanzar sin convertirlo en huésped permanente.

En ese recorrido, la tanatología y la psicología se entrelazan como herramientas de acompañamiento. No para borrar el sufrimiento, sino para resignificarlo. Para enseñar a las familias a evitar pactos de silencio y permitir que la persona enferma conserve su derecho a decidir, a saber, a ser protagonista de su propio proceso.

Y entre todo, emerge un concepto clave: autocompasión. No la lástima que paraliza, sino la compasión activa, esa que mira el dolor con ternura y actúa. Es permitirnos sentir sin juzgar, pedir ayuda sin culpa, ofrecer presencia sin palabras.

La conversación cierra con un recordatorio poderoso: el duelo no es una condena, es una transición. Duele, sí, pero también enseña. Y al final, cuando el miedo se transforma en amor, cuando el dolor se convierte en acompañamiento, surge la resiliencia: esa fuerza silenciosa que permite levantarse, mirarse distinto y tender la mano a quien viene detrás.

Porque octubre no solo se pinta de rosa: se pinta de emociones, de silencios rotos y de mujeres que, desde su vulnerabilidad, encuentran una nueva forma de ser fuertes, puedes ver el episodio completo aqui:

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Mira mas episodios de nuestro podcast:

Ep. 04 | Después de los 60 Vida Plena

Ep. 05 | La calidad y seguridad del paciente

Ep. 06 | La salud de nuestro corazón